Greenaway lleva a la pantalla grande parte de la vida de Sergei Eisenstein, concretamente el periodo en el que el mítico realizador soviético vivió en México y rodó, entre otros films, "¡Que viva México!". El director de “El Acorazado Potemkin” (1925) pasó más de un año, a partir de diciembre de 1930, en tierras aztecas para filmar su fascinación por el Día de Muertos y los ritos religiosos de la cultura popular mexicana.

Cuenta la historia de dos adolescentes que salen de su aldea y a los que pronto se suma un indígena. Juntos vivirán la terrible experiencia que padecen millones de personas, obligadas por las circunstancias a emprender un viaje lleno de peligros y con un final incierto.

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